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La Vie de Mafalda 101 et cie
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8 septembre 2010

Hay que vivir esto una vez ... (21-30)

Las 40 experiencias que hay que vivir una vez (21-30)

21. Jugar al estanciero bonaerense

Para quedarse un fin de semana o simplemente para pasar un día de campo, en la provincia de Buenos Aires, cerca de 250 estancias abren las tranqueras a los turistas. Las propuestas incluyen asado al asador, pastas caseras, piscina, juegos campestres, cabalgatas y, en algunos casos, participar de las tareas agropecuarias. Cascos históricos, tradiciones gauchescas y atención personalizada. El turismo rural se expandió en los años 90 como una alternativa a la crisis del campo y se convirtió en un clásico de la provincia.

22. Oír el bramido del ciervo en La Pampa

En el Parque Luro, a 35 km de la capital pampeana, entre marzo y abril tiene lugar la temporada de brama de los ciervos colorados, momento en el que dejan la profundidad del monte de caldén para aparearse. La brama es un grito fuerte, medio desesperado y áspero a través del cual los ciervos marcan territorio y mantienen unido al harén con el que se aparean.

Con guías del parque y en silencio, se realizan salidas que duran dos horas, a sitios estratégicos para observar y escuchar ciervos.

23. Comer en el puerto de Mar del Plata

Hace tiempo que sus alfajores más tradicionales se consiguen hasta en San Pablo, y casinos hay de sobra en todo el país, de manera que algunos íconos marplatenses quedaron algo relegados. Pero el puerto se mantiene firme en toda visita a la mayor ciudad playera del país, porque es uno de los mejores lugares para deleitarse con frutos de mar. La contemplación de coloridos barcos pesqueros y la interacción con lobos de mar que se suben hasta a los muelles se completa siempre con una parada gastronómica, en alguno de los restaurantes propios del puerto o, a veces mejor, de los alrededores.

24. Dormir en un observatorio sanjuanino

Mirar por un telescopio del Complejo Astronómico El Leoncito es una buena forma de aprovechar uno de los cielos más claros. Si bien alcanza con elevar la mirada en cualquier momento de la noche para disfrutar de una increíble imagen en negro y blanco, los detalles se aprecian con el telescopio y la información especializada.

El observatorio está en el Parque Nacional El Leoncito, en el sudoeste de San Juan. Para que la visita resulte inolvidable, lo mejor es quedarse a dormir en el complejo, donde ofrecen habitaciones sencillas y tan blancas como en una base espacial. La comida es casera y se comparte con los científicos. Cuesta 200 pesos por persona en habitación doble. Reservas: kdominguez@casleo.gov.ar y (0264) 4213653. www.casleo.gov.ar

25. Cruzar los Andes a caballo

La gran epopeya de San Martín de atravesar la Cordillera a caballo para liberar a Chile es una ruta cada vez más codiciada por los aventureros extremos. Los programas son de entre 8 y 9 días en la montaña, a caballo, durmiendo en carpa y en alturas que llegan a los 4500 metros.

Apenas un puñado de operadores realiza esta travesía con salidas entre diciembre y febrero. Tarifa de los servicios terrestres, sin incluir el viaje a Mendoza, 1800 dólares.

26. Subir el Aconcagua

Si bien llegar a los 6962 metros, la cumbre del Aconcagua, el cerro más alto de América, está lejos de ser una actividad para todos, existen opciones turísticas y más accesibles: los trekkings a los campamentos base por el sector inferior de la montaña.

El trekking a Plaza Francia, de tres días, permite a los visitantes contemplar el Aconcagua de la forma más impresionante: se ven de cerca 3000 metros de pared de hielo y roca.

El otro camino, hacia Plaza de Mulas, que se combina con el de Plaza Francia y dura siete días, coincide con la ruta habitual de los que ascienden hacia la cumbre. En este caso se camina por una quebrada larga. La temporada de ascenso va del 15 de noviembre al 15 de marzo. Los permisos se tramitan en el Centro de Visitantes del Parque General San Martín. www.aconcagua.mendoza.gov.ar

27. Agarrarse fuerte en el Río Mendoza

Remar de manera sincronizada, esquivando piedras y saltando los rápidos del río a toda velocidad... Las salidas de rafting son garantía de diversión. Hay varios ríos en el país para practicarlo, por ejemplo el Mendoza, en el norte de la provincia, en dos sectores, desde Uspallata hasta Potrerillos, y en Cacheuta.

Las categorías de los rápidos varían entre I (fácil) y IV (difícil), según la época del año. En verano, por el aumento del caudal de agua, es la temporada más vertiginosa. Las salidas más cortas cuestan entre 100 y 120 pesos con traslado desde la ciudad de Mendoza.

28. Entrar en la Caverna de las Brujas

Como en un viaje al centro de la tierra, la Caverna de las Brujas, a 75 km de Malargüe, en el sur de Mendoza, se recorre entre estalactitas, estalagmitas, pasadizos, silencio y oscuridad.

La caverna se formó a partir del constante aporte de agua de filtración, que penetró por fisuras en las rocas, entre 70.000 y 30.000 años atrás. El recorrido, que dura aproximadamente dos horas y se hace con guías, requiere de buen estado físico para pasar por lugares pequeños y trepar rocas. Es necesario solicitar turno en la Dirección de Turismo. Tarifa: 30 pesos. www.malargue.com

29. Despertar entre viñedos mendocinos

Con el gran auge del enoturismo de los últimos diez años, las bodegas no sólo abrieron sus puertas para visitas guiadas y degustaciones, sino que en muchos casos incorporaron también hotelería. Gran acierto: dormir y despertar entre viñedos, en pequeñas posadas boutique, es la consagración de la experiencia vitivinícola. Los caminos del vino en Mendoza no serían lo mismo sin bodegas o wine lodges donde alojarse, como Club Tapiz (Maipú), Cavas (Agrelo), Posada Baquero (Coquimbito), Terrazas de los Andes (Perdriel) y Vistalba (Luján de Cuyo). Las tarifas, entre 400 y 1200 pesos.

30. Bajar Marte, en Las Leñas

Marte es la pista de esquí más famosa del país, temida y respetada hasta por los más experimentados deportistas. Estrecha, ventosa y empinadísima, son 24 km de adrenalina a través de un cañón flanqueado por paredes de hielo y rocas filosas, una invitación a las sensaciones más extremas. Todo esquiador que se precie quiere dejar su huella aquí.

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